Gadafi declara la guerra santa a Suiza


La Inquisición | 26 de febrero de 2010

Las relaciones entre Suiza y Libia han adquirido un carácter cada vez más turbio en los últimos años. El coronel Gadafi mantiene una disputa diplomática con Suiza desde que las autoridades helvéticas detuvieran en un hotel en Ginebra, en julio de 2008, a Hannibal Gaddafi, uno de los hijos del líder libio, acusado de golpear a sus empleados domésticos. Aunque Gaddafi jr. fue liberado poco después y se le retiraron los cargos, Libia cortó sus suministros de petróleo a Suiza y retiró miles de millones de dólares de cuentas de bancos suizos. Posteriormente arrestó a dos empresarios suizos que trabajaban en Libia.

Sin embargo, la situación ha llegado a su cenit con la reciente llamada del dictador libio a todos los islámicos a la guerra santa contra Suiza como respuesta a la negativa democrática que tuvo lugar en la República Helvética a la hora de construir minaretes en su territorio. Asimismo, ha instado a todos los países musulmanes a romper relaciones con Suiza.

Parece ser que al general Gadafi no le sienta bien ver cómo el Islam es rechazado en Europa, máxime teniendo en cuenta que Gadafi se jacta de reconocer la islamización europea y de fomentar las actividades terroristas dentro del Viejo Continente. A pesar de criticar a la organización de Al Qaeda por considerar a sus integrantes como «criminales y enfermos mentales», Gadafi considera que es necesario atacar y «hacer la guerra santa» a «quien destruye mezquitas ante los ojos de Dios».

A su vez, ha defendido que «la Guerra Santa contra Suiza es tan legítima como la lucha de los palestinos contra la ocupación israelí». Sin embargo, la diferencia que parece no entender es que mientras los palestinos defienden su territorio de la invasión sionista, los suizos hacen lo propio ante la invasión islámica.

Se deduce, pues, que el discurso del dictador libio Gadafi carece de cualquier criterio objetivo y se basa en la defensa integrista y fundamentalista de un Islam cuyo objetivo es eliminar a todo aquel infiel que no siga sus doctrinas «únicas y verdaderas».

Mientras tanto, el pueblo suizo ha hablado, y ha dicho que en su país no se quieren minaretes. Acertados o no a los ojos de Gadafi, los europeos han decidido defenderse ante esta amenaza fundamentalista y simplista que propugna el Islam como única y verdadera religión.

Cualquier llamada a la guerra contra Europa por no aceptar sus dogmas debe ser interpretada como merece, esto es, como una amenaza total hacia la integridad de los territorios y pueblos europeos; y por tanto ha de llevarse a cabo una respuesta firme y contundente por parte de Europa que elimine, de una vez por todas, a estos «iluminados» del poder combatiendo así el radicalismo islamista que legitiman estos homúnculos autoconvertidos en portavoces de Alá.

1 comentario

  1. […] de un personaje que incitaba a la violencia y al antieuropeísmo, hipócrita hasta la médula: llamó a la guerra santa contra el país que almacenaba su fortuna. Pero más infinita es la hipocresía demócrato-occidental que afirma haber expulsado a Gadafi […]


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